Hoy celebramos la Solemnidad de la Anunciación del Señor… Pero, ¿qué significa esto?
Muchas veces vivimos estas celebraciones de modo indiferente o sin entender la profundidad de las mismas, sin que nos veamos implicados. Como si fuera algo lejano que sucedió hace mucho tiempo.
Pues no, este Misterio es uno de los más importantes de la historia, y de la historia de nuestra propia vida.
En aquel día en que el Ángel le anunció a María que sería Madre de Dios, la historia del mundo comenzó a cambiar. Con el “Si” de María, con su “Fiat”, con el “Soy la esclava del Señor, hágase en mi según tu palabra” (Lc. 1, 38), Dios se hace Hombre, comienza el Reino de los Cielos en la tierra.
¡Que gran momento de la historia! Uno de los más bellos. ¿Se imaginan ese momento del sí? Jesús formándose en las entrañas de la Virgen, ¡el gran Milagro de la Vida! Allí comienza la historia de la Redención en la tierra… Dios mismo haciéndose pequeño por amor. Una Mujer haciéndose Madre por amor. Para que todos nosotros podamos hoy, vivir en Gracia de Dios, unidos a Dios. Para que el pecado pueda ser vencido y Dios pueda volver a habitar en nosotros, en cada alma.
¿Todavía creemos que no tiene nada que ver con nosotros…?
Contemplemos unos momentos la escena de la Anunciación. Alegrémonos en medio de esta situación de crisis y epidemia. Porque existe una Vida más importante que la vida terrena, y a través de este Si, en un día como hoy, comenzó a ser posible.
Agradezcamos a Dios y a María por tanto amor y misericordia. “No teman a los que matan el cuerpo pero no pueden matar el alma” (Mt. 10, 28). La Vida Eterna debe ser nuestra mayor esperanza y alegría.
Por último, queremos reflexionar sobre otra cosa que sucedió aquel día, y que nos afecta a todos. Con su “Si”, María concibe a Jesús, pero también nos concibe espiritualmente a nosotros. Porque una Madre no concibe solo la cabeza (Cristo), sino también el cuerpo (nosotros, miembros de la Iglesia).
Así, desde ese día, cada uno de nosotros permanece unido a María por un lazo sobrenatural e invisible, pero REAL. Ella desde entonces es verdaderamente nuestra Madre, y por tanto va a formarnos en su seno, como a Jesús. Va a obrar en nosotros e intervenir en nuestras vidas, aunque no lo sepamos. Nos ama infinitamente.
Por eso, en este día de la Anunciación y Encarnación del Verbo, agradezcamos a Cristo y a María Santísima por el amor infinito que tuvieron por nosotros en aquel día, y pidámosles que nos regalen la Gracia de dar siempre el Si al Señor, y de dejarlos obrar en nosotros, para hacer de nuestras vidas Su Obra de Amor.
A.M.D.G
Caridad
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